miércoles, 18 de julio de 2012

Sobre la pena merecida por el escándalo


La Justicia exige una pena pública 

Comentarios al mensaje de Mons. Oscar Ojea

Tercera y última parte




Este es el Tercer post en que nos referiremos al mensaje de Mons Oscar Ojea sobre el caso Bargalló. Puede leer el primero Aquí, y el segundo Aquí.


La culpa de nuestros pecados Dios la perdona bajo ciertas condiciones, como dijimos anteriormente; pero la pena por ellos merecida deberemos purgarla en esta o en la otra vida. Si acaso podrá redimirse también mediante una indulgencia plenaria debidamente ganada.

Cuando una transgresión está enmarcada en el Código de Derecho Canónico, el ofensor debe cumplir con las penas allí establecidas para que la justicia sea restablecida. Por eso, aunque un confesor le hubiera perdonado a Mons. Bargalló sus culpas, si acaso fuera posible a pesar de que no hiciera una reparación pública proporcional al escándalo ocasionado, esto no le evitaría la pena que por la ley canónica le corresponde.

El pecado público pide una pena pública de parte de la autoridad eclesiástica. Evitarla, forzando su renuncia con la intención de defender una fama a la que no tiene derecho el pecador público, es negar la realidad.

Podría decirse que se incurre en el mismo error que se cometió defendiendo la fama de los sacerdotes pederastas, e ignorando el daño de las víctimas.
Aquí las víctimas son los fieles escandalizados, que ven la Iglesia deshonrada, a los jueces mirando para otro lado, y al ofensor libre de culpa y cargo. ¡Luego nos quejamos de la Justicia Civil!

El "silencio penitencial" de Bargalló, quien tendría que tener el suficiente valor para salir a lavar las lágrimas de la Iglesia que sufre por sus traiciones, genera en los fieles comprometidos el "odium plebis", ese sentimiento que nace del celo religioso herido, y que era suficiente antiguamente para derrocar a más de un obispo o impedir su nombramiento.

Por eso, quienes se asocian al proceder del ex Obispo de Merlo, evitando aclarar la situación y dejando herida la Justicia, son también merecedores de ese mismo sentimiento; y se equivocan si por acaso creen responder de esta forma a las exigencias de la caridad, tanto para con el caído como para los que tropiezan en él.

Al final, el único pronunciamiento contundente sobre este feo asunto provino de un ente secular como es el Concejo Deliberante de Merlo, que probablemente no responda a pías motivaciones cuales son las divergencias políticas. Pero si "ellos callan, hablarán las piedras..."

Con este post damos por terminado los comentarios al mensaje de Mons. Oscar Ojea, pidiendo oraciones por la conversión de Fernando Bargalló y de sus colegas que lo apañaron, penitencias para desagraviar la Iglesia humillada, y sacrificios para evitar el daño del escándalo.

No buscamos revolver basura ni hacer amarillismo, como dicen algunos comentarios. Y nos gustaría no tener que dedicar tanto tiempo a escribir sobre este asunto, puesto que no nos sobra. Pero no hay otro remedio si los que tiene que hablar callan. ¡También nosotros tenemos cabeza de piedra!



3 comentarios:

Ricardo dijo...

Para disipar un poco tan espeso manto de miserias, vayan dos noticias del interior bonaerense que si bien no son frescas, son muy edificantes:

RAWSON (BA) Misa tradicional TODOS LOS DIAS, al amanecer. Los domingos, a las 9:00 hs. Parroquia de la Inmaculada Concepción.

JUNÍN (BA) : Adoración Perpetua (24 x 365) en una capilla al efecto, siempre abierta, adjunta a la Parroquia Cristo Redentor (contra la Ruta 188).

Fernando R. dijo...

El paso del tiempo va apagando el escándalo, y pronto los medios de comunicación no hablarán más del tema. Al pobre infeliz que cayó en la tentación seguramente lo perseguirá la culpa o, si no es digno de sufrirla, lamentará haberse quedado "sin el pan y sin la torta".

Anónimo dijo...

Que pobreza de comentarios para un tema tan delicado.- Con razón estas porquerías barren y trapean con las personas.-